Apenas se animó a decirle
¿Quieres salir conmigo?
y a duras penas
bajaste la tapa del libro...
¿Qué dices? le contestaste
-que si quieres salir conmigo? te estoy
invitando a salir...
-otro día será, porque hoy no tengo
dinero.
-no te digo que salgamos, te digo que te
invito a salir...
tu mirada entre confusión y poco interés
no le dio esperanza ni más nada, pero aun
así contestaste
-espérame un momento
él te espero no un momento, sino dos o
tres, todos los momentos.
él te pregunto lo mismo de manera
intermitente
un momento tierno y otro, la charla casi
igual,
hasta que un día ya no te pudo preguntarte
mas
en un momento quedo sin esperanza y sin
calor.
Y que si hubieras sabido que era la última
vez?
seguro hubieras dicho, ojala que no
porque te gustaba que te preguntara
te agradaba su regreso y su insistir.
Fue tu única forma de amar, y la más tonta
ternura de los dos,
una asomándose por encima del libro
y el otro esperando del otro lado de la
pasta.
Te quedaste sin salir y sin el
porque nunca contestarle a tus miedos de
amor de verdad
y no solo de portada.
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