kitsune

martes, 8 de julio de 2014

Adiós mi amor

 Froté la mesa cuando te fuiste
como quien pule un recuerdo,
la silueta que dejaste, de aguacero, de intenciones,
y al mover tu vaso pensaba...
  hoy también estoy solo.

Por eso al cielo hice una plegaria,
bajo el mismo cielo,
bajo el mismo ocaso.

Cada vez que estremezcas con lágrimas
no lo olvides,
siempre tendrás una mesa,
un lugar al cual regresar.

Que dejes que la lluvia me traiga nuevas de ti,
así me vuelva a mojar,
valdrá la pena una y mil veces más,
el volver a limpiar el barro de tus zapatos al entrar,
que escurren hasta la alfombra y caminan hasta la mesa,
el humor de tu vaso,
el halo invencible de una y mil risas beodas de alegría habida y por haber.

Hacer pocas preguntas,
perdonar todas las excusas
y tragarse los reproches con tragos de voluntad bien amarrada,
siempre y cuando,
me hagas sentir felicidad.

Porque hay que ser vulnerable y amable...
al querer ser feliz.

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