Con su piel de marfil, me observa sin pestañear la vecina del 357
Su mirada tan seca
A veces me enferma
Y me pone a empañar los vitrales de ofertas…
¿Cuándo vas a rendirte? Me pregunta la ropa
que desabotona unas manos fastidiadas y me mueven las piernas…
En esta época loca de bañadores vienen a levantarle y mis ojos traviesos le observan desarmada de prendas.
Con la tez tan tensa que me faltan extremidades y sangre que las llene de emoción por verla posando,
siempre con la rodilla medio doblada y la mano a la cintura.
Pero cuando menos lo pienso llega la hora y apagan los reflectores que acentúan su permanente cabello rojo,
volviendo mi sonrisa a fingida artesanía prefabricada.
Quedándome a oscuras en ropa de playa
con más de mil horas de pie, unas menos de verte y este poema entre dientes.
La mueven al centro, donde las paredes me impiden verle-
Ahora prefiero caerme y rodar la cabeza afuera de la tienda para buscarte…
A perderte por culpa del 3x2 de ofertas de verano.
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