Estaba ella,
Estaba yo
y nos contemplaba la luna desde lo alto.
Estaba yo… y estaba la luna. Quedo yo y queda la luna
Tantas lunas que se dejan ver y que nadie ve.
Está la Luna verde que me acuna en los sueños,
que solo está en mí, cuya nana invisible pasa por los ojos
y traviesamente revolotea por ahí. A veces causa sueños, a veces insomnios,
y en las menos, se altera y causa pesadillas.
La Luna azul que nos vigila en las noches de soledad y tristeza.
Aquella que sirve de confidente de los corazones rotos, los sueños olvidados,
las esperanzas empolvadas y los deseos más íntimos de las almas que se encomiendan a la noche.
las esperanzas empolvadas y los deseos más íntimos de las almas que se encomiendan a la noche.
Una extraña y llena de empatía Luna roja.
La misma que cuida de los niños de las calles y que llora con la muerte de los fieles al culto lunar.
Aunque solo visible en las noches de verano, siempre cuida a sus adeptos brillando en las lágrimas que la muerte extrae de ellos.
Y aun si no la conoces, se asoma para consolar los corazones,
desgarrados por el abandono de las almas, y así conseguir nuevos miembros.
Siempre usando el seudónimo… (Natsuhiboshi)
El faro nocturno… la famosa luna amarilla.
La Luna que más gente conoce porque tiene uno de los deberes más importantes.
Es la luna que cuida y guía a los fieles de buen corazón,
ni siquiera la nube más espesa puede ocultar su voluminoso cuerpo,
que denuncia el camino a casa.
La mágica Luna plateada que carga la tarea más difícil de todas.
La luna que cuida a los que ya no desean ver ninguna luna.
La última línea antes de la Luna roja,
que pide ayuda de la Luna amarilla,
se aconseja de la Luna azul,
y se apoya en la Luna verde para susurrarnos visiones.
Toma las heridas en sus frías y porosas manos y las congela en el tiempo.
Tomó en sus manos este bulto en mi pecho y lo petrifico
y lo estrujo repetidamente hasta crear un pulsar.
Una estatua palpitante dentro mío.
Lo único que evita que me desangre en mi luna favorita.
Todas estas lunas están ocultas con la máscara de cerámica
que todos conocen como la Luna blanca…
la cortinilla de juguete que sirve de ventana y puerta de todas ellas.
Mis lunas…
Al final de la noche, solo ellas quedas.
Y si muero… que sea frente a la Luna plateada, que me lleve de la mano mi Luna verde,
mientras platico con la Luna amarilla hasta que llegue y alimente con mi sangre aquella Luna roja.
Mis lunas.
Tus lunas.
Nuestras Lunas.
y el espía secreto…
tu lunar.
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